De la misma manera podemos decir de aquellas alternativas políticas que se vienen creando desde hace algunos años, que golpetean en el discurso, que ha servido de catarsis, pero que sus propuestas no cambian sustancialmente la estructura de dominación ni las condiciones sociales del pueblo mexicano.
Con nuestra posición llamando a no votar no sólo los números nos dan la razón. El repudio y animadversión de la población a la clase política es cuantificable, además pone al desnudo aquellas expresiones oportunistas que denuestan por igual al partido oficial como también a quienes de manera autónoma denunciamos la farsa electoral y mantenemos la abstención en estos momentos como parte de una posición política. Dichas posiciones que venden alternativas ignoran, por conveniencia particular, la crisis de la clase política y de la que aspiran ser, en tanto plantean regenerarla pero no cambiarla. Son los que al final entre campañas no hacen ningún tipo de trabajo, pero en tiempo de elecciones invierten todos sus recursos en no pensar fuera de la casilla electoral o fuera de la urna, intentan por todos los medios poner a la cola de sus planteamientos políticos a las masas populares. Su trabajo en los hechos es cercenar o dividir a la organización popular, atrofiar su nivel de conciencia, o en otros casos reproducir lo que tanto denuncian, el caso más evidente durante el pasado proceso electoral, los grupos de choque del PRI y del PT que reprimieron el movimiento popular en Tlapa, Guerrero. O aquella organización que en Oaxaca tuvo más de 100 detenidos por tratar de boicotear las elecciones pero que aquí en la región apoyó cínicamente al PT, cuidando casillas.
Las contradicciones de estas propuestas supuestamente alternativas son visibles, por una parte no creen en la funcionalidad de la democracia pero se desgarran para el voto, esta contrariedad pone en un callejón sin salida a las organizaciones populares que aún le apuestan al juego electoral.
Por tanto, el abstencionismo es apenas la animadversión a la clase política, hay grandes sectores despolitizados sin ánimo en la participación aún. El actual juego electoral (al que ya no cabe llamar democracia) se sostiene en la pobreza, el acarreo, la demagogia, las promesas no cumplidas, que sólo es un show con sus porras, y para algunos se minimiza a un grosero acto de fe.
La abstención nos pone ante una tarea fundamental, politizar y elevar el grado de conciencia de las masas no organizadas, seguir desenmascarando la actual clase política, con mayor ahínco a los embaucadores, y señalar que la organización popular es una necesidad en la medida que es la única opción de poder, de decisión y de transformación de su propia realidad.
Hoy, cuando ya se conoce la composición de la cámara de diputados, podemos advertir que no hay en ese espacio ninguna posibilidad de detener las reformas bárbaras que seguirán atentando contra el nivel de vida del pueblo trabajador. Por lo que consideramos necesario continuar dando la lucha en las calles, las movilizaciones deben ser una herramienta para la pelea contra las reformas que vienen, la Ley de Aguas, la reforma a la Ley de Salud, entre otras.
Por todo esto invitamos a los trabajadores de la salud, a los estudiantes de medicina y enfermería, a sumarse a las protestas del magisterio y otros sectores de trabajadores que conformamos el Frente Popular de Lucha de la Región de Orizaba y las Altas Montañas.