En respuesta a esos hechos nos resguardamos para vigilar lo que acontecia, y con asombro vimos a los vigilantes rascando con las uñas los volantes de la pared de la empresa. Cuando pretendían quitar también los del área pública decidimos hacerles frente, diciéndoles que no los arrancaran.
Los vigilantes corrieron como si vieran al mismo diablo, tropezando y haciendo cabriolas de lo mas extrañas, finalmente se escondieron dentro de la empresa como si fueramos o intentaramos golpearlos. De hecho se fueron diciendo que “Yo no se nada. Díganle al licenciado Garivay, él nos mando”, mientras corrian…