Generalmente, en los últimos años se habían perfilado dos corrientes. Una, hasta este fin de semana la mayoría, afirmaba que la trasnacionalización del capital haría necesario un nuevo análisis del Imperialismo y que el enemigo principal de la clase obrera ya no sea el capital y gobierno alemanes, sino un »Imperialismo colectivo« de UE y EEUU. Esa corriente defendía una estrecha colaboración del DKP con los movimientos reformistas y socialdemócratas, p.e. del PIE, mientras se distanciaba crecientemente de partidos comunistas críticos a la Unión Europea como el de Grecia o del Portugal. También agudizaba conflictos con la Juventud Socialista Obrera Alemana (SDAJ), porque esa organización júvenil independiente con estrechos lazos con el DKP no aceptaba esas tesis.
Mientras, otra corriente hasta ahora la minoría, ahora mayoritaria insistía en la actualidad del análisis leninista del Imperialismo, pedía mayor colaboración y coordinación con los partidos comunistas revolucionarios y se negaba a renunciar a la gran lema del fundador del Partido Comunista de Alemania (KPD), Karl Liebknecht. Éste gran líder revolucionario, asesinado en 1919, afirmaba que »el enemigo principal de la clase obrera está en el propio país«, renunciando así a las políticas nacional-chauvinistas de la socialdemocracia en la Primera Guerra Mundial.
En el debate del Congreso se destacó que el Imperialismo alemán es hoy el principal promotor y usufructario de la política reaccionaria de la Unión Europea. En esa situación, el Partido Comunista debe promover la conciencia de clase de los trabajadores y animar a la gente a luchar por sus propios intereses. »Debemos volver a las calles«, lo formuló el nuevo presidente Patrik Köbele en una entrevista con el diario marxista independiente »junge Welt«.